CELTAS

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viernes, 30 de marzo de 2007


El místico Abulabás Benalarif y la Escuela Sufi de Almería


Nació en Almería en 1088 y murió en Marrakech en 1141Conferencia pronunciada por Guillermo Herrera el martes 21 de noviembre de 2006 a las siete de la tarde en el Salón de Plenos de la Diputación Provincial de Almería (España) organizada por el Instituto de Estudios Almerienses con la colaboración de la Asociación Cultural Ibn al-Arif de Almería que tuvo la amabilidad de invitarme.No soy arabista ni especialista en estos temas, sino un periodista todo terreno metido a herborista autónomo y un buscador espiritual independiente de toda la vida. Por lo tanto no voy a hacer una disertación erudita sobre Abulabás Benalarif y la Escuela Sufi de Almería, sino que voy a contar mi búsqueda personal, el contexto que me llevó a encontrar una obra perdida de la edad media almeriense y mis propias conclusiones filosóficas con toda la sinceridad y el sentimiento que he sido capaz de expresar, es decir, con la máxima autenticidad.He omitido muchos datos eruditos para no hacer densa la conferencia y he utilizado los nombres árabes castellanizados por el arabista Miguel Asín Palacios porque son más fáciles de pronunciar para los que no estamos iniciados en el idioma árabe. Incluyo conclusiones de mi propia búsqueda espiritual y añado citas de otros místicos no musulmanes para mostrar las similitudes existentes entre las distintas tradiciones espirituales. También hay diferencias, pero voy a resaltar los parecidos en busca de conclusiones universales.En la década de los años setenta, heredera de los sesenta en España, donde todo llegaba con más retraso, yo estudiaba la Licenciatura de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Era de la tercera promoción y creo que fui el primer almeriense que decidió estudiar esa carrera en Madrid.Eran los años de la transición y la progresía con asambleas diarias en las facultades y manifestaciones frecuentes. Todos anhelábamos la democracia y la libertad, como ya la tenía cualquier país libre de Europa después de la segunda guerra mundial, y estábamos cansados de escuchar el pensamiento único y oficial de aquella dictablanda que leía David Cubedo en los editoriales de Radio Nacional o Televisión Española, o de tener que comprar de tapadillo en las librerías pogres de la época, por ejemplo, la poesía de León Felipe editada por Losada de Buenos Aires, que llamaba al Caudillo, Sapo Iscariote.Era un anhelo de Libertad sentido en lo más profundo del Alma que nos identificaba con las palabras de 'El Quijote': "La Libertad, Sancho, es el bien más preciado de todo ser humano..." y con la Constitución Estadounidense (tristemente olvidada por el régimen de Bush) de que todo ser humano tiene derecho a la libre búsqueda de la Verdad y de la Felicidad, y que este libre albedrío es un derecho innato y sagrado dado a todo ser humano por su Creador que debe prevalecer por encima de todos los demás poderes estatales, corporativos o clericales, con el único límite de la libertad de nuestros compañeros humanos en el viaje de la vida que tienen los mismos derechos. De todas las necesidades que tenemos los seres humanos tal vez sea la más poderosa la simple necesidad de ser libres.Pero mis ideales poco prácticos, como los de otros muchos compañeros de mi generación, que no buscábamos hacer carrera política a costa de la transición, iban mucho más allá de la política. Era la búsqueda del Sentido de la Vida en su sentido más profundo y comprometido. "The Sense of Life" como decía la famosa película de Monty Piton. No me convencían las religiones oficiales llenas de engaño y manipulación a lo largo de la historia. Me daba cuenta de que las tres grandes religiones mediterráneas llamadas "del libro", el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam tenían una historia sangrienta en su afán de imponer a los demás a sangre y a fuego sus particulares creencias monoteístas, y eso me repugnaba, porque nadie tiene derecho a matar a nadie en nombre de Dios. Aquellos que utilizan sus religiones para crear conflicto en lugar de concordia producen una gran desarmonía y sufrimiento en la humanidad.Admiraba la antigüedad clásica donde todos los conceptos de la Divinidad tenían cabida libre en los panteones, sin machacarse unos a otros, y también admiraba las tradiciones espirituales orientales como el Taoísmo, el Hinduismo, el Budismo, el Yoga, el Jainismo, el Zoroastrismo o el Sintoísmo japonés, por citar algunos. En esto aprendí mucho de los libros de Ramiro A. Calle, que también fue mi profesor de Yoga en la Universidad Autónoma de Madrid. Todas estas tradiciones orientales son de una gran belleza filosófica y mística, habían convivido con respeto pacífico a sus semejantes a lo largo de la historia, y nadie había derramado la sangre de su hermano para imponerle sus ideas religiosas particulares.Fruto de esta admiración fueron mis viajes a la India, Nepal y Sikim, y mi visita personal al Dalai Lama. Pero también me di cuenta de que no hacía falta viajar tan lejos para buscar estos ideales místicos de paz, amor y libertad. Que aquí, en nuestra propia patria, habíamos tenido una gran cantidad de tradiciones místicas y esotéricas de una gran belleza que casi siempre habían sido perseguidas por los poderes políticos y religiosos del momento, y al final martirizados por los seres oscuros.España, cuna del misticismoEn la Historia Mágica de España de Sánchez Dragó me di cuenta de que Lorca no había sido el único poeta asesinado, sino el último. Que España había sido tierra de grandes místicos perseguidos, a cual más lindo, y que las tres grandes religiones del libro habían tenido sus mayores místicos en nuestra querida patria. Entonces descubrí a los sufis, a los cabalistas, a los gnósticos, al Maestro Prisciliano, a los cátaros, a los templarios, a los quietistas, a los iluministas y a los primeros protestantes españoles, además de masones, rosacruces, teósofos, espiritistas, etc. y consideraba a todos ellos hermanos en la búsqueda espiritual, injustamente perseguidos por el poder de Roma que creó la Inquisición para martirizar a los místicos independientes.Entonces me sentí más orgulloso de ser español, no por los Reyes Católicos ni por la Inquisición, sino por el Rey Alfonso X el Sabio y la Escuela de Traductores de Toledo que facilitó el diálogo, la convivencia y el intercambio de conocimientos, o por los Comuneros de Castilla que reivindicaban los derechos del pueblo en un imperio español que repartía tan mal su riqueza que había mucho oro y mucha hambre. No por la expulsión de los judíos y los moriscos, tan españoles como nosotros, sino por los muchos siglos de convivencia armónica y respetuosa de las tres culturas hermanas, hijas del mismo Dios, antes de que llegara una limpieza étnica genocida y cainita. Ahora se habla de tolerancia, como si se le perdonara la vida al que piensa de otro modo, como si no quedara otro remedio que tolerarlo, pero yo prefiero hablar de enriquecimiento mutuo a través del diálogo y el intercambio cultural y espiritual, e incluso del económico haciendo buenos negocios. Todos ganan y nadie pierde a través de una convivencia armónica.Descubrí que España había sido la tierra de la libertad, el diálogo filosófico y el intercambio cultural universal antes de que llegaran las dictaduras, y que Almería había sido un ejemplo eminente de ello, por lo que me sentí orgulloso. Descubrí que nuestra patria había sido la cuna de los místicos más grandes de la humanidad, y hallé un nuevo sentido de lo hispano, como mestizaje y síntesis de culturas y madre de muchas naciones en el mundo.Me di cuenta que los liberticidas eran hijos del miedo, de la ignorancia y de la manipulación oscura política y religiosa, y pensé que había que instruirlos y darles confianza porque ellos también son compañeros en el viaje de la vida, aunque nos hayan hecho sufrir. La vida humana es muy corta para que la pasemos divididos y enfrentados en lugar de hacernos felices unos a otros. Además todos los seres humanos tenemos algo en común, por muy distintos que seamos: que todos sufrimos, que todos buscamos la supervivencia material y espiritual, y que compartimos sentimientos comunes porque pertenecemos a la misma especie.Tesoros perdidosDescubrí al maestro cabalista toledano llamado Moisés de León, autor de El Zohar, la obra más importante que jamás se haya escrito sobre la tradición espiritual de la Cábala Judía, mal vista como herética por los judíos ortodoxos de ideas extremistas, y tristemente desconocida por la mayoría de los españoles, pero tan importante como El Quijote. En nuestro sistema educativo sólo nos han enseñado una parte de la historia, la tradición católica oficial, pero nos han ocultado otras tradiciones espirituales que también son nuestras y que forman parte de nuestra historia común.Con frecuencia el Zohar fue ocultado por las autoridades religiosas y seglares quienes temían a su poder para transformar las vidas de aquellos que tenían acceso a sus escrituras sagradas. Los sabios de la Cábala, también, se dieron cuenta que el Zohar debía esperar hasta que la humanidad estuviese lista para recibirlo.El Zohar o libro de los esplendores es la obra central de la corriente cabalística. Es un trabajo compilatorio, para el cual todavía podrían ser hallados algunos fragmentos provenientes de tratados antiguos. La obra se divide en varios tratados y analiza los textos bíblicos para extraer de ellos su significado oculto. El universo se reparte entre los imperios de la luz y de las tinieblas, cada uno de ellos compuesto por diez esferas.En su forma más simple, el Zohar es un comentario de la Biblia, estructurado como conversaciones entre un grupo de amigos, estudiosos y maestros espirituales. Aunque la sabiduría disponible en sus páginas es más antigua que la misma Creación, el texto del Zohar fue compuesto hace unos dos mil años y se mantuvo como tradición oral hasta que Moisés de León lo escribió en Toledo.También descubrí a San Juan de la Cruz, perseguido por la Inquisición, y derramé muchas lágrimas de emoción leyendo sus escritos. Me di cuenta que decía lo mismo que me habían enseñado lo maestros sufis, o incluso los maestros japoneses del Budismo Zen, pero con más sentimiento, con más ternura española. Leí "El Raya Yoga de San Juan de la Cruz" de Swami Siddeswarananda (Editorial Kier de Buenos Aires) y me di cuenta la semejanza que tenía su método de accesis con la tradición mística del Yoga, salvando las diferencias culturales.También descubrí al más grande de todos los místicos, Abenarabi el Murciano, (en su forma castellanizada por Asín Palacios) y cuál no sería mi sorpresa cuando descubrí que era el heredero de una rica tradición mística musulmana que pasó por la Escuela Sufi de Almería y su Maestro Abulabás Benalarif.También hallé una gran semejanza entre la Doctrina Sufi de la Unidad, la filosofía unitaria de Plotino y la filosofía monista hindú de la escuela Advaita Vedanta, y me di cuenta de que no podía agarrarme a ninguna religión particular sino únicamente a la Verdad, que es la religión más alta del ser humano. "No hay religión más alta que la verdad" como decían los teósofos, pero la Verdad no tiene dueños sino que es libre como el viento, y además es gratis porque no se puede comprar ni vender.Nadie tiene el monopolio de la Verdad, sino que está repartida y dispersa en distintas tradiciones espirituales que dan distintas pistas al buscador de la verdad al igual que el detective Sherlock Holmes cuando elabora la reconstrucción de un rompecabezas con pistas dispersas. Todos los caminos conducen a Dios, a la Unión con el Absoluto.Hallé la Verdad repartida en distintas tradiciones, pero también la manipulación humana, y por lo tanto la única postura libre era la de los místicos independientes que habían trascendido y superado sus propias religiones desde su experiencia personal y directa que está mucho más allá de los dogmas, los teólogos, los sacerdotes, los imanes o los rabinos. Los místicos no necesitaron manipuladores ni intermediarios, porque descubrieron que todo ser humano tiene el poder divino de comunicarse directamente con su Creador desde el centro de su corazón y que sobraba todo lo demás.La experiencia mística rompe y trasciende las fronteras culturales construidas por las distintas religiones y esta experiencia crea un lenguaje poético universal fácilmente asumible por personas de distintas creencias, pero a veces odiado por personas fundamentalistas de mente estrecha e ideas rígidas. A mi juicio no es que la experiencia mística nos haga mejores cristianos o musulmanes, sino que nos hace mejores seres humanos y por lo tanto más universales y abiertos, y menos limitados por las barreras culturales o religiosas. Es decir, nos hace más herejes y apóstatas razonables en el buen sentido de la palabra, como decía el filósofo Fernando Savater.Por eso tomé nota de esta cita de los muchos mensajes que recibo: “Aléjense de aquellos individuos que claman tener acceso a lo inalcanzable para otros. En verdad, esto es falso; ningún Alma enraizada con la Tierra requiere ser conducida por otras almas para encontrar a Dios.- Dios, Diosa y Todo Lo Que Es, está disponible para todos. Los gurus no son necesarios; la ayuda para encontrar el camino sí, pero la necesidad no. Todas las almas conocen la jornada de vuelta a su Hogar Divino. Por eso esta Nueva Era es de manifestación y crecimiento. Esta es la era de la creación como nunca antes, pero ahora con un cambio importante: la soberanía personal, la habilidad creadora para manifestar por sí mismo y desde sí mismo.”SufismoEl sufismo es el aspecto más esotérico del Islam. En el lenguaje moderno hace referencia a la psicología del Islam. El sufismo y sus practicantes están agrupados en distintas hermandades masculinas y femeninas que se dedican al estudio profundo de los aspectos teológicos y culturales de la doctrina musulmana, como por ejemplo los Derviches.El sufismo ha sido definido de muchas maneras a través de la historia del Islam, donde tiene su origen. Aunque, efectivamente, puede ser considerado como la parte esotérica del Islam, es necesario también explicar qué significa eso. La realización de la Unidad Divina, objetivo último del sufismo, no es lo que está escrito en las hojas de papel o lo que pronuncian los charlatanes. Son las huellas que dejan lo amantes y lo que brilla de su luz en los horizontes; por lo tanto el sufismo no es algo que se pueda expresar con palabras, sino una certidumbre del corazón y una realización práctica.En el sufismo coexisten diferentes métodos que persiguen la purificación del alma humana, la consecución del Conocimiento divino y la realización de la Realidad Divina, a través de las enseñanzas espirituales que brinda la Revelación, los dichos y experiencias de otros profetas y los santos, y la práctica de un camino espiritual a través de la guía de un maestro autorizado que posee una cadena iniciática.Es por lo tanto, tal y como lo describe Al-Ghazali en su autobiografía, la cumbre de todas las ciencias islámicas, porque su objetivo es Dios Mismo, es un camino de Conocimiento y es ante todo una vía práctica y experimental, donde los conocimientos y los estados del alma deben ser saboreados y experimentados para conocer a Dios en todas Sus manifestaciones: en el Universo, en las criaturas, en los seres humanos y sobre todo en la propia Alma, depositaria del secreto del Espíritu.Como suelen decir los sufis, su camino pretende purificar el corazón, que es el órgano donde se concentra el espíritu, siguiendo el dicho profético que dice "en el ser humano hay un trozo de carne que si está sano, todo él está sano, y si está corrupto, todo él está corrupto, y ese órgano es el corazón". Es el camino del amor profundo a Dios.DescubrimientosPasemos ahora a mi descubrimiento de la Escuela Sufi de Almería y su Maestro Abulabás Benalarif, autor del Mahasín Almachalis. En los años setenta yo iba a estudiar por las tardes en la sala central de lectura de la Biblioteca Nacional, en la Plaza de Colón, y en lugar de hacer mis deberes de carrera, pedía libros raros de espiritualidad heterodoxa, difíciles de encontrar, para pesadilla de los bibliotecarios que una vez se me sublevaron negándose a servir más libros a este estudiante chalao. Allí descubrí la gran obra del arabista aragonés Miguel Asín Palacios y la existencia histórica de la Escuela Sufi de Almería.También me enteré que Miguel Asín Palacios había publicado una traducción del Mahasín Almachalis en el Boletín de la Universidad de Madrid del año 1930, pero dicha traducción no estaba en la Biblioteca Nacional ni aparecía en ninguna otra biblioteca conocida. Años más tarde cuando descubrí, tras investigar el tema y seguir diversas pistas, que existía una copia de dicha traducción en la biblioteca del Instituto Hispanoárabe de Cultura de la Escuela Diplomática de Madrid. Conseguí una fotocopia de la misma gracias a la amabilidad de la bibliotecaria y gestioné su publicación en la Editorial Sirio de Málaga, después de haberlo intentado en vano con otras editoriales. Nadie es profeta en su tierra, y yo no conseguí serlo en la publicación de este libro que ahora está agotado, pero que podría ser reeditado por el Instituto de Estudios Almerienses.Creyendo que existe mucho más de lo que vemos en tres dimensiones con nuestro cinco sentidos, me atrevería a decir humildemente que mi búsqueda estuvo conducida desde arriba y que se me concedió el gran privilegio de ser un intermediario para rescatar del olvido a este gran místico almeriense. Un favor del Cielo por el que siempre estaré agradecido. El privilegio es siempre la oportunidad de poder servir a nuestros semejantes. La clave de la felicidad es hacer bien a los demás, y nadie puede ser feliz haciendo daño.Descubrí que Almería, antes de ser capital, había sido lugar de peregrinación musulmana debido a su gran fuerza telúrica y espiritual. También hubo aquí varios templos grecorromanos en la antigüedad clásica por lo especial del lugar ya que ésta fue siempre una tierra mágica. Un día contemplaba a lo lejos la Bahía de Almería y la vi como una enorme perla de luz protegida por los dioses que fascinaba a los navegantes desde los tiempos de la Atlántida, pero también me di cuenta de que los almerienses no éramos conscientes de la singularidad de nuestra tierra, una auténtica Itaca para muchos Ulises como nosotros, gigantes dormidos e inconscientes de nuestro poder debido a los muchos siglos de complejo de inferioridad inculcado por los caciques y de aislamiento geográfico.Almería medievalAunque puerto de la actual capital de Almería (Portus Magnus) ya era explotado y apreciado por los comerciantes romanos, es en el medievo cuando se da una riquísima y por desgracia ignorada relevancia de esta provincia. Cuando Abderramán III decide en el 955 amurallar el poblado que se había formado alrededor de la atalaya que la importante “República de Pechina” tenía en la costa, nace la ciudad. Almería era una población total y radicalmente islámica.La Almería musulmana (del árabe Al-Mariyat, espejo del mar) llegó a ser una ciudad grandiosa. Después de Córdoba, era la ciudad más influyente y próspera de la península y una de las más ricas de todo el orbe islámico. El almirante de la flota, que residía en Almería, era de facto el segundo poder en la España de la época y tenía a su disposición nada menos que trescientas naves que fondeaban en el puerto. Ibn Maymun fue el más grande de estos almirantes de Almería, al que Almanzor envenenó envidioso de su poder.Con la caída del Califato de Córdoba, Almería sigue cobrando importancia, llegando a ser, como reino independiente, una de las taifas más prósperas. La ciudad tenía al menos quince puertas, que guardaban la entrada a una ciudad de cerca de un millón de metros cuadrados, laberíntica y abigarrada. De todas esas puertas, los contemporáneos destacaban por su belleza tres de ellas, que tenían un raro patio interior. (En toda la España musulmana, sólo había dos ejemplos más de este tipo de puertas: una en Sevilla y otra en Granada).Llegó a tener hasta diez mil telares, que creaban maravillosos tejidos de seda, entre los que destacaban un “tejido de Almería” que era importado a casi todo el mundo árabe compitiendo con las muselinas de seda de la India. Las crónicas medievales hablan maravillas de la actividad comercial de la ciudad y de la prontitud con que los almerienses hacían frente a los pagos. No sólo los tejidos, sino también mercado de esclavos y eunucos (Pechina y Verdún eran los comercios de esclavos más grandes de toda Europa), orfebrería y mármol (se han encontrado lápidas funerarias de mármol de Macael hasta en Nigeria) eran su fuerte.El puerto almeriense era un prodigio de animación y bullicio. Sin duda uno de los más importantes del Mediterráneo en época califal, de taifas y con los almorávides. Éstos últimos dieron cobijo a piratas, convirtiendo al puerto no sólo en la envidia, sino también en el terror de sus enemigos. El investigador Castro Guisasola publicó en 1930 el libro “El esplendor de Almería en el siglo XI”, título que habla por sí solo.La Almería musulmana está presente en muchos textos medievales, como el Romance del Conde Arnaldo o “Las Serranillas”, del Marqués de Santillana. Los árabes también cantaron las magnificencias de la ciudad, como el sabio almeriense del siglo XIV, Aben Jatima, en su libro “Ventajas de Almería respecto a los otros países de España”.Todo esto empezó a venirse abajo cuando el papa Eugenio III convocó una cruzada contra la ciudad. Cristianos del sur de Europa se reunieron para acabar con “La cruel Almería”, como la llamaban los juglares de la época. En el sur de Francia, los romances comparaban Almería con una “piscina” que lavaría los pecados de aquellos que se unieran a la cruzada.El conde Ramón Berenguer de Barcelona, Alfonso VII de Castilla, el rey García Ramírez IV de Navarra y Álava (nieto del Cid) o el gran duque Guillermo VI de Montpellier junto con los genoveses y pisanos, que veían como una infranqueable competencia el emporio del puerto de la ciudad y que habían sufrido los ataques de su flota, se dieron cita ante las murallas de Almería. Cada uno traía entre sus huestes a lo más granado de la caballería europea, nombres protagonistas de romances medievales (como el conde de Astorga, Ramiro Flores de Guzmán, llamado la “Flor de las Flores” en el “Poema de Almería”, compuesto a raíz de la conquista).Tras una breve pero intensa resistencia, las murallas fueron asaltadas por doce puntos. Alfonso VII no quiso negociar paz alguna. De los habitantes de la ciudad, diez mil pudieron huir milagrosamente hacia Murcia y veinte mil se refugiaron en la Alcazaba. De éstos últimos, la mayoría de los varones fueron pasados a cuchillo. Alfonso VII, “el Sultancillo”, como le llamaban despreciativamente los almerienses, devastó Almería y destruyó sistemáticamente las industrias de la ciudad. Era el año 1147.En el año 1147, un ejército genovés aliado de Alfonso VII desembarcó en la playa de los Genoveses de Cabo de Gata para participar en la conquista de Almería. Desde entonces la ciudad adoptó la enseña genovesa (cruz latina en gules sobre campo de plata) como símbolo propio.El botín fue espectacular (entonces como ahora, las guerras de religión eran a menudo sólo una excusa para llenarse los bolsillos). Los soldados se los llenaron, pero los nobles se llevaron la mejor parte. Los jefes genoveses se llevaron el “Sacro Catino”, una gran fuente de esmeralda finamente tallada a seis puntas en la que, según la tradición, Jesucristo sirvió el cordero en la última cena. Alfonso VII se llevó partes de la gran mezquita, que depositó en el monasterio de las Huelgas de Burgos, y ricos tejidos, con los que sería confeccionada la famosa casulla de San Juan de Ortega. El conde de Barcelona se llevó las espectaculares puertas de la Puerta de Pechina, forrada de cuero de buey y tachonada con clavos de bronce, cuya última pista nos lleva a la capilla vieja de la Universidad de Barcelona.A partir de ahí comienza una lento declinar. Tras diez años de dominio castellano, los almohades lograrían recuperar la ciudad e intentan devolverle su antiguo esplendor, sin conseguirlo en absoluto. Los granadinos la hacen luego su puerto principal, pero Almería ya no es la de antes. Es destacable el épico y durísimo asedio que volvió a sufrir en 1309 por parte de las tropas de Jaime II, que no pudieron con la sólida resistencia almeriense. En esta época, Almería es el escenario de batallas, incursiones y razzias entre los cristianos de Murcia y los moros de Granada. Tras la reconquista definitiva, en 1489, pronto se ve que la ciudad no significaría para los cristianos lo que fue para los árabes. Se podría afirmar que, mientras los Reyes Católicos estaban celebrando gozosamente la Navidad en la Alcazaba, después de entrar en la ciudad un 26 de diciembre, un estilo de vida y una época brillante expiraba en la ciudad. Este brusco deterioro de las prosperidad de Almería está adobado además con una sucesión de terremotos, dos de los cuales son terribles: el de 1518, que elimina para siempre la Vera musulmana, matando a todos sus habitantes, y el de 1522, que se dejó sentir hasta en las Azores, y que devasta Almería por completo, convirtiéndola casi en un solar y siendo la principal causa de que hoy no quede ninguna de las increíbles construcciones que los árabes habían levantado en ella. Estos terremotos y la esquilmación demográfica hace que apenas haya mención a Almería hasta la modernidad.Asín Palacios*El gran rescatador de Abulabás 'Benalarif de Almería y su Mahasín Almachalis, cuyo manuscrito en árabe se encuentra en la Biblioteca de El Escorial, fue el famoso arabista español Miguel Asín Palacios (nacido en Zaragoza el 5 de julio 1871 y fallecido en San Sebastián el 12 de agosto 1944). Su obra se centró en encontrar las relaciones mutuas que ligaron la cultura cristiana y la islámica y en exhumar textos apenas conocidos, sintiendo un especial interés en este sentido por la filosofía islámica.Su producción, fuera de los estudios estrictamente filológicos, se vertebró en cuatro direcciones:- Exhumación de textos hispano-árabes y confrontación de sus contenidos con la obra de los grandes pensadores islámicos orientales para constatar sus relaciones;- Influjo de la espiritualidad cristiana en el pensamiento sufi;- Aportación de la filosofía arábiga al Renacimiento de la Escolástica cristiana del siglo XIII- Precedentes islámicos en el gran florecimiento místico hispano del siglo XVI.Por lo tanto creo que la mística cristiana estuvo muy influida por la mística sufi, aunque Asín Palacios dice lo contrario. Es como preguntarse quién fue primero el huevo o la gallina. Sin embargo yo creo que es una vía de dos direcciones en el sentido de que la influencia es mutua ya que todo influye sobre todo porque nadie vive aislado. Es una influencia enriquecedora para ambas partes que es fruto del diálogo, del entendimiento y del intercambio cultural.Por ejemplo el Cid Campeador era amigo de caballeros musulmanes porque ambos estaban unidos por el mismo código de honor de la caballería, el mismo código honorable que defendía Don Quijote de la Mancha, que estaba por encima de las diferencias religiosas y culturales. Saladino o Sal-hadín fue un gran caballero que hizo honor a este código cuando respetó la vida de los cristianos derrotados en Jerusalén, pero los cruzados habían violado este código de honor vergonzosamente cuando conquistaron Jerusalén e hicieron un genocidio de la población matando a todos los hombres, mujeres y niños. Del mismo modo los musulmanes respetaron a cristianos y judíos en España, cosa que no hicieron los Reyes Católicos con su limpieza étnica, violando además los acuerdos que habían firmado en las capitulaciones de Santa Fe. Y todavía hay gente que quiere canonizar a la Reina Isabel de Castilla. El honor y el respeto une a las personas, pero la traición o la cobardía las separa.AbenmasarraPrecursor de Benalarif fue Abenmasarra (883-931). Filósofo nacido en Córdoba, donde fundó la llamada Escuela masarrí durante el reinado de Abderramán II. La escuela masarrí tuvo dos focos, Córdoba y Almería, y sus doctrinas reflejan la influencia de Plotino. Para la escuela masarrí no hay más forma de acceder al conocimiento divino que a través de la mística. Abenmasarra estuvo influido por Filón de Alejandría, por el Gnosticismo y por Plotino. Veamos estas tres influencias:Filón de Alejandría vivió en el año 25 ó 50 antes de nuestra era y fue el principal representante de la llamada filosofía judaico-alejandrina, que interpretaba desde el platonismo y el estoicismo las alegorías del Antiguo Testamento. Los escritos principales de Filón de Alejandría giran en torno a la idea de Dios, de acuerdo con el principio del gnosticismo filosófico como doctrina que afirma que el conocimiento es condición necesaria para alcanzar la salvación.GnosticismoEl gnosticismo es una doctrina, según la cual los iniciados se salvan mediante la gnosis, o conocimiento introspectivo de lo divino, que es un conocimiento superior a la fe. La gran diferencia es que el hombre es autónomo para salvarse a sí mismo. El gnosticismo es una mística secreta de la salvación. Se mezclan sincréticamente creencias orientalistas e ideas de la filosofía griega, principalmente platónica. Es una creencia dualista: el bien frente al mal, el espíritu frente a la materia, el ser supremo frente al Demiurgo, el alma frente al cuerpo.Desde que el obispo Ireneo de Lyon declaró el Gnosticismo una herejía en el año 180 d.C., la Iglesia de Roma ha tratado de eliminar y aniquilar a los gnósticos por todos los medios posibles, de quemar muchos de sus libros y de esconder otros en la biblioteca secreta del Vaticano para ocultar este conocimiento a la gente.Sin embargo esta ocultación no tuvo éxito cuando en 1945 se descubrió una biblioteca de papiros manuscritos gnósticos en Nag Hammadi (Egipto), que ha permitido un conocimiento mejor de sus doctrinas, anteriormente sólo conocidas a través de citas, refutaciones, apologías y heresiologías realizadas por Padres de la Iglesia.PlotinoPara Plotino, la pluralidad y diversidad de los seres del mundo se deben a una degradación del Uno, puramente espiritual, en los citados seres, hasta llegar a la materia, la degradación máxima del alma individual. La unidad del mundo está garantizada, sin embargo, por el nous o primera emanación del Uno, y por el Alma del Mundo, o segunda emanación, de quien surge la pluralidad de almas. También dentro del sistema plotiniano existe un mensaje ético que se resume en que hemos de volver al Uno, de tal manera que cerremos el círculo de su sistema y englobemos todo en la sentencia: Todo viene del Uno y todo va al Uno.BenalarifAbulabás Benalarif fue un filósofo hispanoárabe andalusí nació en Almería en 1088 y murió en Marrakech en 1141. Se formó en el sufismo con varios maestros que, según Asín Palacios, procedían de la escuela masarrí. Estudió en la escuela sufi de Abenmasarra en Pechina. Fue un pensador de gran influencia que creó su propia escuela alarifí. En sus enseñanzas mezclaba la mística neoplatónica con la metafísica masarrí según Ferrater Mora.Negaba la analogía entre Dios y las cosas (y por tanto el hombre), pero el hombre puede ascender a la unión mística con Dios a través de la renuncia a todo lo que le pertenece e incluso a su propio ser, dejando atrás todo tipo de materialidad y toda intención de realidad. La única realidad para Benalarif es la pura visión mística de Dios.Enseñó en Almería, Zaragoza y Valencia. Las tesis, muy difundidas, de su Mahasín al Machalis sobre los caminos o las moradas de la unión con Dios hicieron que fuese perseguido. Benalarif ejerció gran influencia, formándose una «escuela alarifiana».De las obras de Benalarif se conserva el Mahasín al-Machalis. Según Benalarif no hay comparación ni analogía posible entre Dios y las cosas y, por tanto, entre Dios y el hombre. Dios es todo y las cosas son nada; sin embargo, el hombre puede, mediante desprendimiento de cuanto es y le pertenece, ascender, a través de una serie de «moradas», hasta la unión mística con Dios, que es unión de todo y nada, “hasta que se extinga lo que nunca ha existido y quede lo que nunca ha dejado de ser” como dijo luego Abenarabi de Murcia.En el acto de la unión del hombre —o, mejor dicho, del «sabio» y del «iniciado»— con Dios desaparece todo rastro de materialidad y hasta todo rastro de realidad que no sea la pura realidad de Dios en cuanto místicamente contemplado.La virtud, que resulta necesaria a todo hombre para alcanzar el fin común del hombre, es todavía más necesaria al espiritual para acceder al conocimiento y a la unión, como muestra claramente Ibn al-Arif, porque el corazón, sede del Intelecto superior, no puede abrirse a la Verdad divina si el alma conserva una actitud, consciente o no, contraria a la Verdad. La virtud actúa sobre el alma para apartarla de las tendencias egocéntricas y orientarla hacia la Verdad y la Belleza transcendentes.La virtud espiritual no es fundamentalmente diferente de la virtud moral, pero difiere de ella por su carácter contemplativo, que hace que el practicante perciba claramente el reflejo de la Verdad divina que ella misma contiene; y también difiere de ella por su pureza, que hace que el hombre rechace todo interés individual, toda búsqueda del fruto de las obras y toda recompensa, pues lleva en sí misma su recompensa, que es precisamente el conocimiento de la verdad sobrenatural. El desapego, en suma, reduce a la nada al individuo en todos los aspectos. La criatura debe aniquilarse, porque, como dice Ibn al-Arif: «Todo lo que no es Dios son velos que Lo ocultan».Como dice el Maestro Eckhart: «El puro desprendimiento de toda cosa es la más bella y elevada de las virtudes, mediante la cual el hombre puede conformarse a Dios del modo más estrecho y volver a ser de nuevo, en la medida de lo posible, semejante a su modelo original, tal como era en Dios, en el cual no hay ninguna diferencia entre él y Dios, hasta que Dios hubo creado las criaturas... El des-prendimiento roza la nada de tan cerca que entre el desprendimiento perfecto y la nada no hay ninguna diferencia».En este anonadamiento operado por la simplicidad, según Eckhart, el ser descubre su propia esencia increada: «Hay algo en el alma que está por encima de la esencia creada... Es un parentesco de especie divina, una unidad en sí mismo, sin relación ni vínculo con cosa alguna... Si pudieses anonadarte a ti mismo, aunque fuese sólo un instante... te pertenecería entonces en propiedad todo eso que reside en ese misterio increado del interior de ti mismo... Mientras sigues preocupándote de ti mismo, o de lo que sea, ignoras el Ser de Dios».Todo gira alrededor del yo, y es de éste de lo que hay que vaciarse, diciéndose, como Al-Hallaj: «Tú eres el velo que oculta a tu propio corazón el secreto de Su misterio».«Estar vacío de todo lo creado -enseña Eckhart- quiere decir estar lleno de Dios», y la oración del desprendimiento «consiste tan sólo en esto: no tener sino una forma con Dios» ; y en otro lugar: «Para recibir y llenarse, necesariamente hay que estar vacío... La más alta potencia de un alma desnuda de todas las cosas y que ya no tiene nada en común con ninguna creación acoge nada menos que a Dios mismo en Su propia Esencia... Mediante el despojarse de sí y la desnudez, mediante la desposesión y la viudedad, se metamorfosea la naturaleza: es el vacío lo que hace que el agua remonte hacia la cumbre».El ser conoce entonces la paz profunda. Como dice Lao Tse «Aquel que ha llegado al máximo del vacío, estará sólidamente instalado en el reposo... Regresar a la propia raíz (el Principio) es entrar en el estado de reposo». Este estado es el de la «gran paz» del sufismo y del eterno reposo del cristianismo, pues ese es su verdadero sentido, como dice Angel Silesio: «Dios es la eterna Quietud, pues no busca ni quiere nada».Porque, como el maestro taoísta, Lie Tse: «A aquel que permanece en lo no manifestado, se le manifiestan todos los seres... Unido al Principio, por medio de El está en armonía con todos los seres. Unido al Principio, todo lo conoce por medio de las razones generales y superiores, y por consiguiente ya no usa sus diversos sentidos para conocer en particular y en detalle. La verdadera razón de las cosas es invisible, inaprensible, indefinible e indeterminable. Sólo el espíritu establecido en el estado de simplicidad puede alcanzarla en la contemplación profunda».El resto de la historia de Abulabás Benalarif y la Escuela Sufi de Almería ya lo conocen ustedes porque lo publiqué en el prólogo del libro, cuando no tenía el conocimiento y la información que tengo ahora, junto a una mayor experiencia personal, pero a lo largo de los años he ido descubriendo nuevas facetas de esta búsqueda espiritual que ha tratado de transmitir en esta conferencia.Cosecha personalY ahora permítanme que ponga un poco de mi cosecha personal no diciendo “yo digo” sino “así he oído”:La gran faena de la condición humana es que a pesar de que somos seres divinos de origen angélico renacemos con la conciencia limitada y la memoria perdida de nuestro origen divino en un mundo injusto en el que la maldad está profundamente arraigada y los medios de vida muy mal repartidos. Recuperar la plena conciencia divina como hacen los místicos es un proceso muy difícil y complicado a menos que exista ayuda divina como creo que ocurre actualmente y habrá cada vez más porque no olvidemos que estamos en el final de los tiempos profetizado por todas las tradiciones espirituales de la humanidad.Finalmente me despido con un poco de metafísica personal sobre el Ser y la Nada, que es fruto de muchos años de reflexión y enseñanzas. Así he oído:Dios o Vacuidad, Teísmo o Nihilismo, el Ser o la Nada, ¿quién lleva razón?. Esta es una de las polémicas metafísicas más antiguas de la humanidad. Desde Parménides y Heráclito hasta el hinduismo y el budismo. Yo he encontrado una solución a este dilema tras mucho devanarme los sesos durante años y tratar de intuir la respuesta:A mi juicio, la Nada es la fuente del Ser y de la Vida. Por ello cuando descubrimos nuestra nada nos hacemos Dios. Siendo Nada lo somos Todo. Pero no entiendo la Nada como la ausencia de algo, sino como el Ser que no es, es decir, el Ser no manifestado.- Cuando dicho Ser absoluto decide existir y manifestarse, entonces crea su primera mentira llamada Dios.- Cuando este Dios se subdivide en los seres individuales, entonces crea su segunda mentira, que somos nosotros.- Cuando cada uno de nosotros nos solidificamos en este universo y nos atrapamos en la cárcel del espacio tridimensional y del tiempo lineal, entonces creamos la tercera mentira.- Cuando llegamos a olvidar nuestra naturaleza espiritual y creemos que sólo somos un cuerpo de carne y hueso, entonces creamos la cuarta mentira.De este razonamiento se deduce que la Nada, es decir, el Ser que no es, se va degradando a medida que se manifiesta. Pero la parte que se degrada es mínima porque nuestra verdadera naturaleza es un océano infinito de consciencia y amor no manifestada del que tanto hablan los místicos.Por lo tanto la Verdad sería el Ser no manifestado, es decir, la Nada. Por eso los místicos de todas las tradiciones espirituales son expertos en instalarse en su Nada, y desde esta Nada sacan su habilidad para hacer Todo. =================================================================* Las obras principales de Asín Palacios son Averroísmo teológico en Santo Tomás de Aquino (1904); La escatología musulmana en la Divina Comedia (1919), libro muy importante que descubre las fuentes sufis utilizadas por Dante Alighieri; El Islam cristianizado (1931), donde desvela la ascendencia cristiana de la mística de Abén Massara y Abentofail; La espiritualidad de Algazel y su sentido cristiano (1934), en que se demuestra la ascendencia cristiana de la teología de Algacel. Como lingüista y lexicógrafo, es muy importante su Glosario de voces romances registradas por un botánico hispano-musulmán (siglos XI-XII).Una de sus obras clave, La Escatología musulmana en la Divina Comedia (Madrid, 1919) discurso de ingreso en la Real Academia Española, defendía la hipótesis de que el escritor florentino se sirvió de los textos de Ibn al-Arabi para componer su conocida obra. Desde su posterior ingreso en la Academia de la Historia, profundizó en la figura del escritor Ibn Hazm, lo que culminó en el libro Abenhazan de Córdoba y su historia crítica de las ideas religiosas (Madrid, 1927-1932).En 1931 publicó El Islam cristianizado, en donde estudió la relación entre el sufismo y el ascetismo cristiano hasta el siglo XVI. Propulsó los estudios arábigos desde su cátedra y desde la revista que fundó en 1933, Al-Andalus. Publicó, además, en la Revista de Aragón. En 1939 era nombrado Vicepresidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, cuyo Instituto de Estudios Árabes lleva su nombre.

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